Arafo - Sendero del Barranco de Añavingo.

 

Enormes murallones verticales se disparan hacia el cielo, como catedrales góticas, y el ser humano se siente pequeño en medio de inmensidades de roca, esa es la sensación que se tiene cuando se asciende por el cauce del barranco de Añavingo, en Arafo.

Esta es una de esas rutas poco conocidas del Sur de Tenerife, vinculada además a la historia del municipio de Arafo, por ser el origen de las fuentes de agua que abastecieron a sus habitantes en el pasado. Además, según la tradición, es escenario de un milagro.

Se trata de un sendero que el divulgador del patrimonio histórico y natural Francisco Fariña; el geógrafo y profesor de la UNED José Juan Cano; y el aparejador Felipe Monzón, proponen restaurar para promoverlo como ruta guiada, por sus valores paisajísticos, botánicos, etnográficos e históricos, pues a través de este sendero se llega al lugar donde manaba el naciente más importante para Arafo, cuyo reafloramiento se atribuye, según la tradición, a un “milagro” de la imagen de San Agustín, llevada en rogativa al cauce del barranco cuando se secaron las primeras fuentes.

Estos tres expertos recorrieron el barranco de Arafo, en una ruta de dos horas y media que parte del casco del pueblo, a través de la calle Libertad, la plazoleta de la Esquina de Los Carros, la calle de Mario Marrero Fariña, hasta llegar a la zona conocida como la Canal Alta.

En la periferia del casco se puede observar el antiguo molino de gofio, con un acueducto, y los lavaderos, restaurados en su día, así como panorámicas del valle de Güímar y cultivos de papas y viña.

Superado este tramo, comienza una pista que en sus primeros cien metros es de asfalto y el resto ya de tierra, que da acceso a una vereda por donde se sube a la parte alta del cauce.

A medida que se asciende, con una dificultad media, el barranco se va encajonando en forma de V, con laderas de un kilómetro de altura en algunos puntos, coronados de pino canario.

Por el cauce se ven endemismos, como un cabezote, cuyo único hábitat es este y otro barranco de Arico. También pueden verse galerías de agua, con carteles que indican su peligro y debidamente cerradas con cancelas, aunque se atisba el interior de sus túneles.

Fariña explica que supo de esta ruta por el llamado milagro de San Agustín, cuya imagen se halla en una hornacina en la pared del barranco desde finales del siglo XIX, aunque el supuesto hecho prodigioso ocurrió.

Historia y leyenda. 

La historia comenzó en 1746 cuando el desmoronamiento de un risco cegó un manantial y obligó a los araferos a ir buscar el agua hasta Güímar.

El trayecto era largo, evidentemente no habían coches y tampoco carreteras, cinco años más tarde los vecinos, angustiados tras sondear sin éxito el terreno en busca de la fuente original, ya no sabían que hacer.

Entonces, ya sólo cabía un milagro del santo patrón del municipio, así que decidieron llevar en procesión un cuadro de San Agustín hasta el fondo del barranco de Añavingo, donde quedó con una vela encendida en una cueva.

La rogativa pareció dar resultado, porque se desató un chaparrón que hizo manar de nuevo el agua en el llamado Saltadero de los Maestrantes, según refiere el cronista oficial de Arafo, Febe Fariña, en uno de sus libros.

Cano, que prepara una tesis doctoral sobre la puesta en valor de la red de caminos tradicionales como factor de desarrollo de la economía rural, afirma que la ruta de Añavingo puede ser recuperada para el disfrute de los senderistas, “pues tiene de múltiples valores”, lo que atraería además a este tipo de turistas al pueblo.

Por su parte, Monzón, Máster en Desarrollo Regional, Formación y Empleo, y profesor de la Escuela de Arquitectura Técnica, defiende igualmente la rehabilitación del camino y el sendero y su señalización. Este aparejador ha realizado además un estudio sobre los caminos tradicionales de Anaga.

Acabada la ruta, se tiene la sensación de que Añavingo es un viaje fuera del tiempo, allí donde la Isla se hace eterna, antigua, tras millones de años de paciente labor de la lluvia erosionando la roca hasta crear un inmenso templo de piedra.

 

Publicado en: Diario de Avisos  2

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