Una mujer de 40 años confiesa haber matado a sus dos hijos, una niña de 11 años y un niño de 5, en Santa Cruz de Tenerife. La madre fue detenida y tanto ella como su actual pareja tienen antecedentes de problemas psiquiátricos.
Un barrio tranquilo y una familia aparentemente normal. Nada hacía presagiar la tragedia vivida en el número cuatro de la calle Primera Armenia, del santacrucero barrio de Vistabella.
Eran las cuatro y media de la tarde cuando una mujer, tía de las víctimas, se topaba de bruces con una escena dantesca.
Sus dos sobrinos, una chica de 11 años de edad, y su hermanastro, de sólo 5, se encontraban muertos sobre sus camas, tapados con mantas.
Mientras, su madre estaba sentada en el suelo del comedor con un ataque de histeria y heridas leves en el abdomen, y el padre permanecía sangrando inmóvil tras haberse arrojado, supuestamente, desde un balcón a un patio trasero de la vivienda, según la Policía.
Apenas minutos después, alertados por el 1-1-2, agentes de la Policía Local llegaba al lugar de la tragedia y detenían a los progenitores, que al cierre de esta edición se encontraban custodiados en el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Él, de unos 50 años y que podría dedicarse a la videncia, pudo haber intentado suicidarse, aunque su vida no corre peligro; la madre, en estado de shock, se hallaba pendiente de una evaluación psiquiátrica.
Tindaya y Joseba no fueron al colegio ni el lunes ni el martes pasado. Según las primeras hipótesis policiales, su madre supuestamente los asesinó durante el fin de semana y convivió con los cadáveres hasta la tarde de ayer en la casa del número 4 de la calle Primera Armenia, en el santacrucero barrio de Vistabella.
Tindaya García Prieto, de 11 años, y Joseba Ponce Prieto, de cinco años, pudieron morir al ser asfixiados con almohadas.
Las primeras hipótesis apuntadas por la Policía Nacional establecieron que los niños pudieron fallecer por asfixia o por intoxicación, y que podían llevar varios días muertos. De hecho, algunos vecinos confirmaron que los chicos no habían ido al colegio ayer y que no habían sido vistos en las últimas horas por el barrio.
La ex pareja de la mujer, padre de la niña fallecida, fue uno de los primeros familiares en llegar hasta la casa, donde la Policía le impidió entrar, ya que se encontraba muy alterado, hasta el punto de que tuvo que ser atendido por una fuerte crisis de ansiedad. Sus padres, abuelos de la menor, aparecieron minutos después, así como otros amigos y conocidos de la familia.
La madre de ambos, Sonia Prieto Beltrán, de 40 años, fue detenida ayer por la Policía Local de Santa Cruz y, al igual que su actual pareja, J.Ponce L., alias "El Curandero", de 54 años, padre del pequeño y al parecer con antecedentes policiales, permanece custodiada en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria. Ambos tenían antecedentes de patologías psiquiátricas. Estas hipótesis se contemplarán en la investigación policial, que incluirá los resultados de la autopsia.
Sonia recibió la tarde del lunes la visita de familiares, pero no les dejó ver a los niños con el argumento de que "estaban durmiendo".
Pero su comportamiento les resultó extraño y una hermana relató a una conocida que la halló "como si estuviera drogada". Y, al conocer de su enfermedad, eso no era una buena señal. La tía de los niños relató a la Policía que los niños se mostraban "cohibidos" en los últimos días y planteó la posibilidad de que su hermana hubiera recaído en una depresión.
Por esa razón, ayer acudieron a la que fue la casa familiar los padres de Sonia, Sebastián y Aurora, así como sus hermanos Rita y Luis.
Ayer tampoco contestó nadie. Cuando los familiares se asomaron por las persianas que dan a la calle, vieron sangre en el suelo, se temieron lo peor y avisaron a las 16:30 horas a la sala del 112, que activó a la Policía Local de Santa Cruz, a la Policía Autonómica y al Cuerpo Nacional de Policía. En primer lugar llegó una subinspectora y una patrulla de agentes municipales.
Los familiares entregaron a los funcionarios una llave de la casa, entraron y se encontraron con el horror.
El olor a "descomposición" resultaba insoportable y en las paredes del pasillo de entrada brillaban los adornos de Navidad. Los menores estaban tapados con mantas y los primeros indicios apuntan a que podían llevar tres o cuatro días muertos. El padre del niño se precipitó a un patio interior, lleno de basuras y enseres, estaba desorientado y quedó herido con cortes en una muñeca y magulladuras. Y Sonia estaba cubierta con mantas y tenía huellas de haberse intentado suicidar, pues eran visibles sus cortes en las muñecas y heridas inciso-contusas en el pecho.
La madre confesó en ese momento que había matado a los menores. Los policías locales procedieron a su detención y, como la segunda ambulancia tardaba mucho, la evacuaron en un vehículo patrulla al hospital de referencia de la capital tinerfeña.
Después llegó la labor más lenta y minuciosa de la Brigada de Policía Científica y del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía. La inspección realizada a los cadáveres de los menores, así como de huellas e indicios en la casa se prolongó casi tres horas. La delegación judicial ordenó el levantamiento de los cuerpos cerca de las 20:00 horas.
"¡Tindaya, Tindaya!"
El momento más desgarrador de la tarde se produjo cuando el padre de la niña, M.A.G., y sus familiares llegaron a la calle de la tragedia. El hombre llamaba una y otra vez por su hija, mientras se revolcaba de dolor en la acera. Algunas mujeres de la familia paterna gritaban desconsoladas y se preguntaban por qué la Administración de Justicia no le retiró la custodia de Tindaya a la madre, si eran conocidos sus antecedentes de problemas psiquiátricos.
Exclamaciones de dolor y rabia como: "¡Esa loca, yo lo sabía!"; "¡La Justicia es una mierda!"; "¿Por qué no le quitan los hijos a las madres, aunque estén locas?" fueron repetidas una y otra vez. Las voces de Tindaya y Joseba no volverán a oírse por la calle Arabia camino del colegio de Vistabella. Una vecina, que reside a 30 metros de la casa donde ocurrió el trágico suceso, relata que se los escuchaba hablar alto y también bromear y reírse con su madre. La misma mujer dice que hacía días que no los oía ni veía. Sonia le parecía simpática, pero a su actual pareja nunca lo vio. Otras vecinas relatan que Ponce no era muy sociable y tenía una consulta "esotérica" o de "brujero".
La familia que llegó de Tijoco.
Los padres de Sonia, Sebastián y Aurora, son naturales de Tijoco-La Hoya, en el municipio de Adeje. Según algunos vecinos, llegaron al barrio de Vistabella hace algo más de medio siglo. Todos los vecinos de la zona tienen un buen recuerdo de ellos. La casa donde se descubrió ayer el macabro asesinato fue el hogar familiar durante años.
Sonia Prieto vivía en la vivienda desde que se separó de su primer marido. Ya en aquel momento, la madre de Tindaya y Joseba supuestamente intentó quitarse la vida y empezó a recibir tratamiento psiquiátrico.
Según gritaba ayer una familiar del primer marido, en otra ocasión también estuvo a punto de ocurrir otra tragedia con Tindaya, pero su intervención lo evitó. Respecto a J.Ponce, según consta en los datos manejados por el Cuerpo Nacional de Policía, hace siete años estuvo ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria.
Como en tantas ocasiones, en los últimos años nadie había escuchado gritos ni peleas en la vivienda número 4 de la calle Primera Armenia.
Sobre las 20.30 horas, la titular del juzgado de guardia levantaba los cadáveres de los niños, que fueron trasladados hasta el Instituto Anatómico Forense, donde la autopsia determinará las verdaderas causas de la tragedia. De igual modo, agentes de la Policía Científica recabaron las pruebas que deben esclarecer un suceso que provocó consternación y desconcierto en el apacible barrio de Vistabella.
Fuente: El Dia, Diario de Avisos.