La erupción submarina del mar de Las Calmas ofreció su aparición más espectacular y lanzó gases, cenizas y piroclastos a más de 25 metros sobre el océano.
Cuatro y diez de la tarde en La Restinga. Decenas de herreños acompañaban a los periodistas que, durante todo el día, hacían guardia ante las narices del volcán. De repente, todo se sobresalta: "Mira, mira, mira, va a explotar", dice una vecina. "Guaaaaaaauuuuuu"?.
Las miradas se dirigen a la burbuja que, a lo largo de todo el día de ayer, amenazaba con un espectáculo grandioso. Como si fuera un submarino que emergiera de las profundidades, poco a poco, comienza a salir a la superficie una gigantesca burbuja de agua que envuelve material magmático, cenizas y gases. No es una más de las explosiones submarinas que desde el sábado se producen en el mar de Las Calmas; es la más grande, la más ancha y, desde luego, la más espectacular. El sobresalto duró cinco o seis segundos y se convirtió en el mayor acontecimiento del día en El Hierro, donde una erupción submarina fisural expulsa magma en el sur, en La Restinga, y una batería de terremotos sacude el norte, Frontera. Así es la vida sobre un volcán.
Poco después de la explosión de las 16.10 horas, un helicóptero repleto de científicos, con la directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) al frente, María José Blanco, sobrevolaba la zona cero en busca de datos para lograr entender qué se cuece en las profundidades.
La burbuja que generó la explosión podría tener más de cien metros de diámetro y, aunque nadie confirmó la altura de la misma, posiblemente esté por encima de los 25. Con respecto a la que se produjo en la tarde del sábado, que obligó a desalojar La Restinga, ésta posiblemente sea algo más alta (el IGN dijo que la del sábado podría tener entre 20 y 25 metros de altura), pero sobre todo más ancha, como la muestra que el burbujeo dejaba sobre el mar de Las Calmas a lo largo de todo el día de ayer, que fue creciendo en anchura a medida que pasaban las horas. Según Severiano Morales, de 77 años, pescador y habitual del bar El Mentidero, en El Pinar, "ese diablo tiene más de 25 metros", sentencia cuando ve en directo las imágenes por la televisión. Pocos minutos después de la explosión, un intenso olor a azufre se apoderó de todo el pueblo de La Restinga.
La explosión de la tarde corrió como un reguero por el epicentro de El Pinar. Tras ella, los vecinos peregrinaron hacia el volcán , que regaló otro espectáculo. Justo una hora más tarde, a las 17.07, otra explosión mostraba su cara, aunque bastante más pequeña, posiblemente de entre cinco y 10 metros de altura. Y por la mañana también se habían producido al menos dos más, de intensidad bastante inferior.Si todos los indicios que aparecen en superficie se confirman en las profundidades, el edificio volcánico de la erupción ha podido haber crecido y recortado su distancia con la superficie, lo que genera cada vez explosiones más visibles sobre el nivel del mar. También a medida que pasan los días se puede apreciar cómo expulsan más material magmático; ayer, algo parecido al picón basáltico, de un color marrón oscuro y cada vez más grandes, y muy similar al de anteriores erupciones en Canarias. Nada que ver con las famosas restingolitas del inicio de la erupción, aquellas piedras de color negro intenso en el exterior y blanquecinas en su interior.
La única batimetría que hasta el momento ha hecho el Ramón Margalef de la zona de la erupción submarina arrojaba las siguientes cifras: un cono volcánico cuya base, de unos seiscientos metros de diámetro, se situaba a trescientos metros de profundidad bajo el nivel del mar. Ese cono tenía una altura de cien metros y una boca de ciento veinte de diámetro, lo que daba una profundidad real del foco de emisión de lava de unos doscientos metros. En esa batimetría, además, se pudo apreciar cómo la lengua de lava caía por el borde del cráter. Pero ese era el panorama hace algo más de dos semanas. Ahora los científicos creen que el edificio volcánico ha podido crecer debido a la gran cantidad de magma que, posiblemente, haya salido en los últimos días.
Fuente: La Opinión